El regreso de Perséfone


La colorida primavera ha arribado, sin embargo en esta leal Huamanga el cambio todavía no se observa, en parte, al clima benigno que nos fue prodigada.

Pese a su aridez, el clima es bastante agradable. Imagino que de tener climas más extremos, la bienvenida de la ya mencionada sería más celebrada.


Concebir la primavera, en estos contemporáneos días, es sinónimo de festejos y celebraciones, a lo mejor borracheras incluidas, acontecimiento que no importuna pero si desagrada. En parte al espíritu consumista que hace tanto nos afecta.

La mitología griega revela de una manera más seductora estos ciclos estacionales: Hades, dios de los infiernos, no podía conseguir esposa y reina para sus dominios, en parte por lo funesto de sus posesiones; enamorado de Perséfone, no tuve más opción que raptarla para conseguir sus propósitos.


Deméter, su madre, al notar la ausencia de la hija amada, comenzó una búsqueda infructuosa; sin resultados alentadores, los días se desvanecían tan raudas como mortíferas saetas, y con ello la tristeza de la diosa.

El dios Helios, que lo había visto todo, compadecido de la dolida madre, no tardó en narrarle lo sucedido. Afrentada por la ofensa, dejó el Olimpo y con el sus funciones.

No tardo mucho el mundo en convertirse en un lugar infértil y descolorido.
Zeus, al notar que el mundo no podía continuar en esas condiciones ordenó a su hermano Hades que liberara a Perséfone y devolverla a su madre; éste no accedió de buena manera a los pedidos de su hermano, sin embargo el acatamiento era necesario.

Como condición para dejarla partir le hizo comer seis semillas de granada, fruto que la encadenaba a los infiernos. Ante las súplicas de la madre y los reclamos del esposo, Zeus ordenó que Perséfone pasara seis meses con su madre y lo que restaba del año con su esposo.

Por ello, cuando Perséfone volvía a los brazos de su madre, Deméter en su alegría reverdecía los campos, con frutos y flores coloridas. En cambio, llegada la hora de la partida, el mundo otra vez se sumía en una tristeza, tristeza que se manifestaba en la caída de las hojas de los verdes árboles y el descolorido de la naturaleza que todo lo rodea.

Así que este 23 de setiembre celebremos el regreso de la risueña Perséfone al mundo que debió evitar tan aciago rapto.



2 comentarios:

centauro94 el muerto dijo...

Es interesante ver los orígenes de lo que hoy creemos una verdad que no necesita demostración, o sea los dogmas. En mi post analicé el otro lado de la moneda, sean bienllegados a mi rincón:
target="_blank">http://incluyendoperonolimitando.blogspot.com/

Unknown dijo...

La mitología griega ajena a la ciencia que se desarrolló paralelamente explicaba de manera sencilla aquello que no era de claro entendimiento. Si a eso le agregamos la belleza de las alegorías simplemente tenemos historias que encierran cosas más profundas.