Una raya más al tigre


No sorprende ni causa exagerada extrañeza la nueva noticia dada a conocer por los genios de Microsoft. Una vez más se ha detectado que su navegador, el famoso “Internet Explorer” presenta un grave fallo de seguridad, error que permite a personas ajenas ejecutar programas sin consentimiento del real propietario, posibilitando con ello que contraseñas y datos confidenciales sean sustraídos sin denodado esfuerzo.

Si tenemos en cuenta que este navegador viene ya configurado con el windows por defecto, y que las tres cuartas partes de las computadoras a escala mundial emplean el aludido navegador; afirmar que miles de usuarios se verán afectados no es descabellado, por la sencilla razón de que muchos usan el IE por desconocer que es posible usar otros navegadores, como el Mozilla y el Crhome por ejemplo, que son gratuitos, de código abierto y por supuesto, mucho más seguros.

Aunque ya está disponible el parche (se podrá descargar mediante las actualizaciones automáticas a partir de las 18H00 GMT), sólo demoraron “ocho” días en crear un parche para subsanar este error.

En ese lapso de tiempo, cuánto crimen cibernético pululó por la web, y muchos ingenuos todavía creen en el imperio del inefable Bill Gates, que de genio sólo tiene el nombre, es la vanguardia en cuánto a tecnología informática. La pregunta del millón por supuesto es quien asume las consecuencias.

A propósito de su nuevo sistema operativo Windows Vienna dicen las malas lenguas que es más malo que el Window Vista. Esperemos que sólo sean rumores y no triste realidad.

Así que de una vez por todas a no dudar más y cambiar de navegador para experimentar los cambios de navegar en la caótica web, lo dice alguien que supero el desencanto del IE y ahora disfruta del Mozilla.

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Cómo conseguir dinero


Vaya que tenía un gran interés en ver esta película, quizá por la temática o a lo mejor por el revuelo causado por la nueva producción de su director Kevin Smith, actor y director especializado en transgredir la mojigatería norteamericana.

Ya antes de su estreno causó revuelo, tanto así que tuvieron que cambiar el póster oficial por otro menos “sugerente” (no sólo en la tierra de la libertad suceden esas cosas).


La trama: dos compañeros, perfectos fracasados sociales, comparte departamento permitiéndose con ello hacer más llevadero los gastos mensuales que ello origina; las deudas pronto los agobian y no ven mejor manera de salir de la crisis que realizando una producción porno destinada al voraz sector consumista. Para ello juntarán conocidos y se rodearán de singulares personajes para sacar adelante tan disparatada aventura. Con lo que no cuentan es que será necesaria esta locura para descubrir sentimientos subrepticiamente aletargados.

Terminada la función tengo la sensación de que faltó algo en la película, a lo mejor comprobar que tan rentable es ese tipo de producciones, de mayor manera viendo lo vertiginosos del mundo raudo que es Internet (¿logran conseguir el ansiado dinero? O fracasarán inmisericordemente cuando se filtre por la caótica web).

Definitivamente hasta cierta parte es atractiva, irreverente y jocosa, en especial ese sórdido mundo que pudiera ser Star Wars XXX, o los disímiles personajes que pululan en la historia, irónico no notar a Traci Lords haciendo de actriz pornográfica, teniendo en cuenta su complejo pasado que hasta ahora la considera como un exponente sui generis de ese tipo de producciones.

Enervado de las típicas comedias románticas, esta película le da otra perspectiva al género, infractora pero que definitivamente bien vale la pena prestarle atención, en parte por los personajes tan comunes y cercanos a la triste realidad que nos sofoca (no encontraremos referencias de la clásica cenicienta o patrañas que a estas alturas ya no se lo cree nadie).

Lo malo, la película comienza a decaer, y un desenlace que en definitiva deja demasiados cabos sueltos; un final excesivamente sencillo para mis complejos gustos pero que conserva el hechizo del ya en si complejo amor.
Sinceramente recomendable.

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