Los dibujos animados siempre me han llamado la atención, quizá por esa falta de minuciosidad en los detalles que le dan un singular aspecto de simpleza que siempre me han parecido productos inacabados que no llegan a la calidad de las películas o la literatura impresa que tanto me apasionan.
Debo reconocer que la nueva tendencia sólo lo ha enriquecido: dibujos transgresores, ajenos a las normas morales de la hipócrita televisión de señal abierta (los simpson, south park, family guy entre otros), sin nombrar a los inefables animes japoneses.
Sin embargo hubo una época, hace muchos años, en las que los dibujos eran el marco perfecto del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. Eran épocas en la que transcurría mi feliz infancia.
Uno de ellos fue “Los transformers”, serie de dibujos animados que transmitían el canal 5, que religiosamente seguía impávidamente. Incluso recuerdo haber coleccionado el álbum que alguna vez se editara.
La temporada en que Optimus Prime lideraba a los Autobots en su eterno enfrentamiento a Megatron y sus oscuros secuaces (Starscream un grande) fueron de lo mejor, buenos capítulos, tramas interesantes y por supuesto esos robots transformándose en móviles tan dispares.
La llegada de Rodimus Prime y la nueva temporada no me gustaron mucho, a la serie le faltaba algo. Incluso ahora me parecen un tanto aburrida, no sucediendo así con su primera temporada.
Hace un par de años, vagando por las calles de la polvorienta ciudad de Huamanga, husmeando en uno de esos puestos de DVDs, de los tantos que pululan, encontré la serie en 3 DVDs. Sin dudar los compré y me pasé el fin de semana disfrutándolas nuevamente.
Recientemente salió la película, que más de un bodrio fue un desastre. Anuncian su segunda parte, que a diferencia de la primera ya no genera ni expectativas ni ilusiones.
Comento esto debido a que hace un par de días conversando con un amigo me mencionó que también era un fan de esos dibujos y deseaba volver a verlos. Con un poco de roche le comenté que tenía en mi poder esos DVDs. Su semblante cambió de inmediato, me hizo prometer que le prestaría.
Cumpliendo la promesa le llevé los DVDs. Fue tanta su alegría que me agradeció efusivamente. Algo que me sorprendió por tanto poco que pudiera ofrecer.
Por ahí encontré una página que quizá a más de uno pueda interesar.
Debo reconocer que la nueva tendencia sólo lo ha enriquecido: dibujos transgresores, ajenos a las normas morales de la hipócrita televisión de señal abierta (los simpson, south park, family guy entre otros), sin nombrar a los inefables animes japoneses.
Sin embargo hubo una época, hace muchos años, en las que los dibujos eran el marco perfecto del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. Eran épocas en la que transcurría mi feliz infancia.
Uno de ellos fue “Los transformers”, serie de dibujos animados que transmitían el canal 5, que religiosamente seguía impávidamente. Incluso recuerdo haber coleccionado el álbum que alguna vez se editara.
La temporada en que Optimus Prime lideraba a los Autobots en su eterno enfrentamiento a Megatron y sus oscuros secuaces (Starscream un grande) fueron de lo mejor, buenos capítulos, tramas interesantes y por supuesto esos robots transformándose en móviles tan dispares.
La llegada de Rodimus Prime y la nueva temporada no me gustaron mucho, a la serie le faltaba algo. Incluso ahora me parecen un tanto aburrida, no sucediendo así con su primera temporada.
Hace un par de años, vagando por las calles de la polvorienta ciudad de Huamanga, husmeando en uno de esos puestos de DVDs, de los tantos que pululan, encontré la serie en 3 DVDs. Sin dudar los compré y me pasé el fin de semana disfrutándolas nuevamente.
Recientemente salió la película, que más de un bodrio fue un desastre. Anuncian su segunda parte, que a diferencia de la primera ya no genera ni expectativas ni ilusiones.
Comento esto debido a que hace un par de días conversando con un amigo me mencionó que también era un fan de esos dibujos y deseaba volver a verlos. Con un poco de roche le comenté que tenía en mi poder esos DVDs. Su semblante cambió de inmediato, me hizo prometer que le prestaría.
Cumpliendo la promesa le llevé los DVDs. Fue tanta su alegría que me agradeció efusivamente. Algo que me sorprendió por tanto poco que pudiera ofrecer.
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