No podía ser de otra manera, como buena provincia apartada del moribundo imperio yanqui, el halloween es una costumbre que está ganando presencia en esta polvorienta Huamanga.
En gran medida por el impacto comercial que ella genera; la televisión y sus refritos programas enlatados no hacen más que recordarnos costumbres tan ajenas y que quizá el tiempo convierta en actividad propia arraigada ya en nuestro alienado subconsciente.
No recuerdo cuando empezó en estas olvidados lares, la costumbre infantil de ocultarse bajo algunas veces un elaborado disfraz (quienes pueden pagarlo, claro está) y andar de tienda en tienda reclamando su “dulce o truco” o a lo mejor pequeños que traen con ellos el recuerdo de la pobreza que los acoge, pero eso sí no les quita las ganas de tener algo en su calabaza plástica en búsqueda de sus también dulces golosinas.
Salir por la Plaza Mayor, otrora Parque Sucre, cuando la noche nos cubre esa fecha en particular y ver grupo bullicios de pequeños en afanado trajín a veces enternece, otras hace sentir lástima por ver cómo se cultiva en ellos tradiciones tan extrañas y ajenas.
Los mayores ponen el grito al cielo, en parte por coincidir el día de la Canción Criolla, a lo mejor por el deseo de no formar parte de esas festividades. Sin embargo todos los años se repiten la misma comedia: las voces de los patriarcas se hace escuchar en noticieros y televisores locales, sin embargo aguardar el atardecer y ver con las primeras sombras el bullicio infantil, confirma lo compleja de nuestra sociedad Huamanguina.
Lo novedoso este año fue sin duda, la voz de los pastores religiosos, enfatizando que se celebra una fiesta demoníaca, señal inequívoca del final de los tiempos que ya se avecinan. Veremos si se vuelven parte de la tradición del octubre que se termina.
Para los cinéfilos, no obstante, no hay ocasión propicia como ésta para gozar en la televisora por cable, de películas de terror que se emiten para celebrar el acontecimiento. Monstruos y sangre por doquier, muertos vivientes que asaltan las calles de una lejana ciudad. Si se tiene suerte una película de culto, manera perfecta para aguardar se termine noche mezcla de terror y enajenación.
En gran medida por el impacto comercial que ella genera; la televisión y sus refritos programas enlatados no hacen más que recordarnos costumbres tan ajenas y que quizá el tiempo convierta en actividad propia arraigada ya en nuestro alienado subconsciente.
No recuerdo cuando empezó en estas olvidados lares, la costumbre infantil de ocultarse bajo algunas veces un elaborado disfraz (quienes pueden pagarlo, claro está) y andar de tienda en tienda reclamando su “dulce o truco” o a lo mejor pequeños que traen con ellos el recuerdo de la pobreza que los acoge, pero eso sí no les quita las ganas de tener algo en su calabaza plástica en búsqueda de sus también dulces golosinas.
Salir por la Plaza Mayor, otrora Parque Sucre, cuando la noche nos cubre esa fecha en particular y ver grupo bullicios de pequeños en afanado trajín a veces enternece, otras hace sentir lástima por ver cómo se cultiva en ellos tradiciones tan extrañas y ajenas.
Los mayores ponen el grito al cielo, en parte por coincidir el día de la Canción Criolla, a lo mejor por el deseo de no formar parte de esas festividades. Sin embargo todos los años se repiten la misma comedia: las voces de los patriarcas se hace escuchar en noticieros y televisores locales, sin embargo aguardar el atardecer y ver con las primeras sombras el bullicio infantil, confirma lo compleja de nuestra sociedad Huamanguina.
Lo novedoso este año fue sin duda, la voz de los pastores religiosos, enfatizando que se celebra una fiesta demoníaca, señal inequívoca del final de los tiempos que ya se avecinan. Veremos si se vuelven parte de la tradición del octubre que se termina.
Para los cinéfilos, no obstante, no hay ocasión propicia como ésta para gozar en la televisora por cable, de películas de terror que se emiten para celebrar el acontecimiento. Monstruos y sangre por doquier, muertos vivientes que asaltan las calles de una lejana ciudad. Si se tiene suerte una película de culto, manera perfecta para aguardar se termine noche mezcla de terror y enajenación.
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