Hablar de fútbol peruano, personalmente, es una gran pérdida de tiempo. Jugadores sin pasión y privados de entrega por la patria que los aclama. Dirigentes faltos de carácter, más interesado en ver en la dirigencia, la posibilidad de incrementar ilegalmente sus arcas personales y una liguilla (descentralizado) tan apática y aburrida como un ciclo repetitivo inacabable.
El reciente fracaso de la Sub-20, no es más que una visión fatídica de lo que nos depara el futuro. Un futuro en el que terminar en la cola de los tantos torneos que por ahí pululan, no es novedad y ya no causa vergüenza alguna.
Este reciente torneo hace noticia por dos cosas: una vez más fuimos humillados (no ganamos ni un partido), y el otro, el reciente escándalo de un pelotero que hace notar que la concentración es un patriótico saludo a la bandera. Por supuesto si hay algo que caracteriza y enorgullece a nuestros peloteros es la falta de disciplina.
Hace mucho que no me interesa el fútbol, en parte por pertenecer a esa generación que no recuerda haber visto participación de su selección en un mundial de fútbol. En parte quizá a los ídolos que abundan en nuestro medio: jugadores famosos por sus deslices y escándalos que por sus proezas deportivas. Figuras que militan en el extranjero, que sin embargo vuelven a casa como los hijos pródigos, con la enseñanza bien aprendida de que el talento sólo justifica el astronómico pago y que no refleja en su patria el potencial que la billetera esconde. Dirigentes atornillados eternamente a sus cargos incapaces de dar un paso al costado cuando la coyuntura así lo exige.
Por supuesto es sólo la Sub-20, juventud que promete, promete seguir la senda de los mayores, aspirantes a salir al extranjero y vivir la vida loca que a muchos caracteriza.
No me interesa el fútbol, para nada, no me avergüenza admitirlo; ver un partido requiere ser atado fuertemente a la butaca, cual Ulises en el paso de las sirenas, caso contrario es más productivo hacer cualquier cosa excepto ver 22 tipos faltos de gracia y exigibles resultados tras una pelota.
Cualquier cosa menos fútbol por favor. ¿Pasión de multitudes? a lo mejor.
Por el respeto de esas insufribles multitudes, que felizmente no tendré el honor de pertenecer, nuestro fútbol requiere un cambio radical.
El reciente fracaso de la Sub-20, no es más que una visión fatídica de lo que nos depara el futuro. Un futuro en el que terminar en la cola de los tantos torneos que por ahí pululan, no es novedad y ya no causa vergüenza alguna.
Este reciente torneo hace noticia por dos cosas: una vez más fuimos humillados (no ganamos ni un partido), y el otro, el reciente escándalo de un pelotero que hace notar que la concentración es un patriótico saludo a la bandera. Por supuesto si hay algo que caracteriza y enorgullece a nuestros peloteros es la falta de disciplina.
Hace mucho que no me interesa el fútbol, en parte por pertenecer a esa generación que no recuerda haber visto participación de su selección en un mundial de fútbol. En parte quizá a los ídolos que abundan en nuestro medio: jugadores famosos por sus deslices y escándalos que por sus proezas deportivas. Figuras que militan en el extranjero, que sin embargo vuelven a casa como los hijos pródigos, con la enseñanza bien aprendida de que el talento sólo justifica el astronómico pago y que no refleja en su patria el potencial que la billetera esconde. Dirigentes atornillados eternamente a sus cargos incapaces de dar un paso al costado cuando la coyuntura así lo exige.
Por supuesto es sólo la Sub-20, juventud que promete, promete seguir la senda de los mayores, aspirantes a salir al extranjero y vivir la vida loca que a muchos caracteriza.
No me interesa el fútbol, para nada, no me avergüenza admitirlo; ver un partido requiere ser atado fuertemente a la butaca, cual Ulises en el paso de las sirenas, caso contrario es más productivo hacer cualquier cosa excepto ver 22 tipos faltos de gracia y exigibles resultados tras una pelota.
Cualquier cosa menos fútbol por favor. ¿Pasión de multitudes? a lo mejor.
Por el respeto de esas insufribles multitudes, que felizmente no tendré el honor de pertenecer, nuestro fútbol requiere un cambio radical.
2 comentarios:
tienes razón.
pero,hay que señalar además de los jugadores,la cultura del cuy,donde los familiares,amigos,sobones,mujeres,
queridas,trampas,se unen al hundimiento del futbol.
que es eso de meter a gente extraña al hotel donde estan los jugadores?
eso es una repugnante manera de amiguismo,donde aprovechan los lambiscones para hacer lo que les de la gana.
¿quienes juegan?
¿los lambiscones que aprovechan ser amiguitos de los peloteros?
¿loa familiares,acaso juegan en la cancha,para que tengan privilegios de ir al hotel?
Y ese Raymond Manco igual que el pelotero de Paolo Guerrero, iguales.
Hasta los jugadores de otros equipos se sorprenden de la malcriadez de nuestros jugadores.
desde Paolo,que nunca debió salir del hotel ni a las seis, ni este RAymond que tiene la cara dura de decir que era su enamorada.
y a nosotros que nos importa quién es la chica.
lo que interesa es que meta goles,porque para eso está representando a la rojiblanca,y no para encontrar novia.
pero esta tontería es consentida,ya sabemos por los entrenadores,dirigentes,y toda la manada de señores,que les importa poco,si menten goles o no,y solo miran su billetera para llenarse los bolsillos.
a la mierda el futbol.
MALDITOS LAMBISCONES,FAMILIARES GARRAPATAS,AMIGOS COMEECHADOS EL DIA QUE USTEDES DESAPAREZCAN EL FTUBOL PERUANO NOS LLEVARA AL MUNDIAL
Palabras fuertes, amigo anónimo, pero no por ella muy ciertas.
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