Los hermanos Baxter (el económicamente estable Hank y el singular Jacob) en compañía de un mutuo amigo, intempestivamente descubren una fortuna de dinero en billetes de 100 dólares, en un avión caído cubierto por el alba nieve. Luego de la inicial duda acuerdan ser prudentes, aguardar y repartirse el dinero en partes iguales si nadie los reclama.
La naciente avaricia dará paso a una serie de violentos crímenes que se desatarán como una vorágine de imprevistos sucesos, en parte inducida por las decisiones de la calculadora y fría esposa del ambivalente e irresoluto Hank. Con un final que a más de uno, estoy seguro, sorprenderá.
“A simple plan” de Sam Raimi, con esta sencilla premisa nos muestra cómo la codicia consume los lazos amicales y fraternos en un paisaje donde la nieve es predominante en su totalidad. Las imprudencias los afecta por igual, complicado de por si su compleja situación, sembrando en ellos la desconfianza, la angustia por saberse descubiertos y el temor a una condena por una decisión, quizá, mal elegida.
El sueño americano, ese deseo de ser felices, aún así el dinero no sea segura garantía (aunque bien la disimule) será el vehemente impulso para las impensables ideas y acciones que los llevará por insospechados trayectos de imposible retorno.
Los personajes son bien representados, meritorio es la trasformación de Billy Bob Thorton en su papel de Jacob, un empedernido desempleado y a veces alcohólico, del que es imposible esperar algo bueno, que sin embargo, será el más afectado y el más reflexivo a lo largo de esta simple historia. Por supuesto Bridget Fonda, en el papel de la esposa de Hank, evoluciona hasta convertirse en un ser frío y ambicioso con la única finalidad de apropiarse a toda costa del misterioso y abundante dinero.
Pese a que los actores son conocidas caras de Hollywood, ello no debe generar prejuicios, al contrario, le brinda solidez a la historia en una perdida provincia americana. El suspenso está bien logrado, esas continuas apariciones de negros cuervos no hacen más que acentuar y recordar las continuas desgracias que se desatan a lo largo de la película. Por supuesto las escenas pese a tener un ápice de violencia, son momentáneos y ajenas a lo sensacionalista, dando la impresión de que la nieve lo oculta y lo perdona todo.
La naciente avaricia dará paso a una serie de violentos crímenes que se desatarán como una vorágine de imprevistos sucesos, en parte inducida por las decisiones de la calculadora y fría esposa del ambivalente e irresoluto Hank. Con un final que a más de uno, estoy seguro, sorprenderá.
“A simple plan” de Sam Raimi, con esta sencilla premisa nos muestra cómo la codicia consume los lazos amicales y fraternos en un paisaje donde la nieve es predominante en su totalidad. Las imprudencias los afecta por igual, complicado de por si su compleja situación, sembrando en ellos la desconfianza, la angustia por saberse descubiertos y el temor a una condena por una decisión, quizá, mal elegida.
El sueño americano, ese deseo de ser felices, aún así el dinero no sea segura garantía (aunque bien la disimule) será el vehemente impulso para las impensables ideas y acciones que los llevará por insospechados trayectos de imposible retorno.
Los personajes son bien representados, meritorio es la trasformación de Billy Bob Thorton en su papel de Jacob, un empedernido desempleado y a veces alcohólico, del que es imposible esperar algo bueno, que sin embargo, será el más afectado y el más reflexivo a lo largo de esta simple historia. Por supuesto Bridget Fonda, en el papel de la esposa de Hank, evoluciona hasta convertirse en un ser frío y ambicioso con la única finalidad de apropiarse a toda costa del misterioso y abundante dinero.
Pese a que los actores son conocidas caras de Hollywood, ello no debe generar prejuicios, al contrario, le brinda solidez a la historia en una perdida provincia americana. El suspenso está bien logrado, esas continuas apariciones de negros cuervos no hacen más que acentuar y recordar las continuas desgracias que se desatan a lo largo de la película. Por supuesto las escenas pese a tener un ápice de violencia, son momentáneos y ajenas a lo sensacionalista, dando la impresión de que la nieve lo oculta y lo perdona todo.
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