El Viernes Santo era una fecha en la que su religioso significado servía de irrefutable pretexto para que las televisoras de señal abierta emitieran películas clásicas que recurrían de manera alguna a la figura histórica del Cristianismo para desarrollar a partir de ella, la trama que envolvía este tipo de súper producciones.
Sin duda la figura más representativa era la de Charlton Heston: Ben Hur, El Cid, Los Diez Mandamientos; películas (de las que recuerdo) pude disfrutar gracias a la coyuntura de la Semana Santa.
Año tras año, por estas similares fechas, volver a ver estas películas no hastiaba, al contrario remarcaban la idea de que los efectos especiales algunas veces entorpecen el desarrollo de la misma en detrimento del débil y desdichado argumento, confirmando que las películas de antaño era más consistentes (o al menos ese eso es lo que creo).
Con estas ideas rondando mi atribulada cabeza y acosado por la recuperación de un malestar que me tuvo en cama, decidí rememora mis infantiles días disfrutando de esta maravillosa maratón de películas clásicas dejando de lado el implacable sistema de cable.
Un rápido zapping por los diferentes canales por las usuales horas en las que se transmitían esas películas no hicieron más que confirmar que esa maravillosa programación era igual que mis recuerdos. Distantes y lejanas.
Al contrario, una serie de producciones de bajo presupuesto en la que los rápidos efectos de una computadora servían de soporte a la temática religiosa se emitían sin prejuicio alguno. Confirmando lo que no creía posible: el público peruano cada vez consume televisión basura.
No me quedó más que volver al sistema de cable, confirmando que los tiempos hace mucho que están cambiando.
Una lástima para las nuevas generaciones que no podrán disfrutar fácilmente de estas realizaciones, aniquilando cinéfilos potenciales, condenándolos de antemano a una programación pletórica de realities y escandaletes de personajes sin pena ni gloria que hacen oblicuos méritos por aferrarse a sus “cinco minutos de fama” como alguna vez predijera Warhol.
Una lástima.
Sin duda la figura más representativa era la de Charlton Heston: Ben Hur, El Cid, Los Diez Mandamientos; películas (de las que recuerdo) pude disfrutar gracias a la coyuntura de la Semana Santa.
Año tras año, por estas similares fechas, volver a ver estas películas no hastiaba, al contrario remarcaban la idea de que los efectos especiales algunas veces entorpecen el desarrollo de la misma en detrimento del débil y desdichado argumento, confirmando que las películas de antaño era más consistentes (o al menos ese eso es lo que creo).
Con estas ideas rondando mi atribulada cabeza y acosado por la recuperación de un malestar que me tuvo en cama, decidí rememora mis infantiles días disfrutando de esta maravillosa maratón de películas clásicas dejando de lado el implacable sistema de cable.
Un rápido zapping por los diferentes canales por las usuales horas en las que se transmitían esas películas no hicieron más que confirmar que esa maravillosa programación era igual que mis recuerdos. Distantes y lejanas.
Al contrario, una serie de producciones de bajo presupuesto en la que los rápidos efectos de una computadora servían de soporte a la temática religiosa se emitían sin prejuicio alguno. Confirmando lo que no creía posible: el público peruano cada vez consume televisión basura.
No me quedó más que volver al sistema de cable, confirmando que los tiempos hace mucho que están cambiando.
Una lástima para las nuevas generaciones que no podrán disfrutar fácilmente de estas realizaciones, aniquilando cinéfilos potenciales, condenándolos de antemano a una programación pletórica de realities y escandaletes de personajes sin pena ni gloria que hacen oblicuos méritos por aferrarse a sus “cinco minutos de fama” como alguna vez predijera Warhol.
Una lástima.
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